Escritores a fondo by Joaquín Soler Serrano

Escritores a fondo by Joaquín Soler Serrano

autor:Joaquín Soler Serrano [Soler Serrano, Joaquín]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Crónica, Comunicación, Crítica y teoría literaria, Otros
editor: ePubLibre
publicado: 1986-01-01T05:00:00+00:00


Los líderes, los héroes, «los barbudos» y «los melenudos»

—¿A qué personajes famosos de la Revolución cubana llegaste a conocer?

—A los líderes y a los héroes… y a todos los demás. A Fidel le conozco desde 1948, cuando se asomaba a una peña literaria que había en una esquina habanera. Aunque no le gusta que le recuerden este pasado, él formaba parte de uno de aquellos «grupos de acción», especie de pandillas que se mataban entre sí, y que, cosa curiosa, se congregaban alrededor del llamado Paseo del Prado, allá en La Habana, frente a la Peña Literaria en el salón Cristal. Aunque no se hacían nada en público estos gángsters, se miraban siempre con malos ojos, y Fidel Castro se aproximaba mucho a la Peña Literaria. Entonces, por supuesto, no llevaba barba, tenía una barbilla fugitiva, más bien. Siempre estaba de traje, siempre llevaba una chaqueta bajo la cual ocultaba una pistola. Lo volví a encontrar en el año 59, cuando hice junto a otros periodistas todo el periplo que lo condujo a Washington, a Nueva York, al Canadá, y después por América del Sur.

—¿Conociste a Cienfuegos?

—Sí. Era el más simpático de los líderes revolucionarios, el más simpático de los guerrilleros. Fue lamentado por mucha gente en Cuba que muriera en circunstancias tan extrañas.

—¿Qué opinión tienes del Che?

—Era un hombre excesivamente autoritario. Muy argentino, muy poco cubano, bastante rígido, y muy contradictoria figura. En principio se unió mucho a los comunistas locales, y después terminó más bien en conflicto con esos comunistas, los comunistas oficiales del entonces llamado Partido Socialista Popular. Su ida de Cuba fue una ida en la que él no se fue en muy buenas migas con Fidel Castro. Él decidió emprender esta aventura guerrillera, que le fue fatal en América del Sur, como una salida a sus problemas cubanos. Ya no tenía nada más que hacer en Cuba.

—¿Raúl?

—Raúl Castro era un hombre con el cual se podía hablar más que con Fidel. Fidel Castro tenía la tendencia de no oír a nadie, hay que oírlo a él todo el tiempo, mientras que con Raúl se podía dialogar. Pero en sus ultimas fotografías se parece cada vez más a un dictador latinoamericano.

—Raúl, durante el ejercicio de sus funciones, ha sido un hombre muy atento con los visitantes extranjeros, un hombre de gran puntualidad, de una cortesía exquisita, aunque un poco fría. Ha dado siempre una imagen que no tiene nada que ver con la de Fidel.

—E inclusive no tiene barba. Ahora lleva un bigote muy latinoamericano.

—¿Desaparecieron los barbudos ya?

—Sí, en cierta forma llegaron a desaparecer. Desaparecieron sobre todo lo que al principio se llamaban los melenudos, que tenían no solamente como Camilo Cienfuegos la barba larga, sino el pelo largo. Desaparecieron desde 1959. A partir de ese momento no se veía muy bien a la gente que no había participado en la lucha de la sierra Maestra que se dejara crecer la barba. Había una contradicción entre la imagen ofrecida por Fidel Castro y los otros barbudos.



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